Ruta del Vagabundo 2010

Estas son las fotos de la ruta del vagabundo realizada en el més de julio de 2010

Son las cinco de la mañana, cuando una voz en la sombra al vagabundo le nombra, y este, dando un bote de repente mira el reloj y se asusta, pues al lado de la Justa un autobús a esa hora ya arrancado, busca a dos desesperados.

Dos que corriendo bajan la cuesta, gritando sus nombres van, pero nadie les contesta.

Bajan casi sin vestir, con el estomago vacío, pero pesa mas el sentir de que sin ellos se han ido. Al final no ha sido así, el autobús ahí parado espera a los desesperados que ya casi sin aliento no ocultan su contento y agradecidos estamos por haber tenido tal gesto.

Corría el ocho de Julio y a las cinco de la madrugada salimos hacia Bohoyo, y a las siete entre bostezos y sueño unas migas nos sirvieron, unas migas pero sin vino, pues si con vino las comes el camino se en revesa y al andar con desatino puedes caer de bruces o romperte la cabeza.

Después de tales viandas emprendimos ya la ruta, pues a esas horas disfrutas del olor de la mañana, del frescor que sus ventanas dejan pasar con ganas perseguidas por el sol que en un momento seguro esos lugares oscuros se llenaran de color.

Empezamos con buen paso asumiendo el ritual, que no importa en que lugar, pues lo importante es llegar.

A veces con paso firme, otras con paso torpe, avanzamos estirados «Javier filmando a la corte», todo va cuan lo previsto, en la fuente los serranos nos comeremos el pisto, o lo que cada uno lleve, pues ahí todo esta bien visto.

Y llegamos a la fuente, a la fuente del serrano, donde se encuentran ya tres, tres que son como hermanos, pues en nada se separan y en cuanto nos ven salen corriendo los tres, y en vez de esperar al resto, nos dejan diciendo esto, que se van a sus asuntos, pues van de tiempo muy justos.

Nos refrescamos, comemos, cuando de pronto corriendo y sin reponer aliento va y se baja el pantalón un chico bien grandullon, pues le ha dado un apretón de esos que te dejan roto.

Repuesto ya del tirón «el chico del apretón» y el resto del risoton que nos produjo tal gesto decidimos continuar, pero no lo hicimos igual. El grupo se partió en dos, los que asumieron el riesgo de realizar el camino, ese por el cual vinimos, y los que por otras razones no pueden darse apretones y rodearon la cima.

Pasamos las de Caín bajando por esas piedras, la mirada se perdía buscando entre las laderas de esas montañas graníticas grises por naturaleza, por naturaleza duras, tan duras pero tan bellas.

Bajamos los que pudimos, los que no dieron la vuelta y encaramos de nuevo otra portilla, otra gesta. Ya las fuerzas son escasas, como escasas las miserias que dentro del cuerpo habitan y con el sudor se echan.

Vemos cinco lagunas con sus aguas en cadena mientras la mirada fija en esa nuestra condena, esa subida inclinada rozando lo vertical nos lleva hacia una portilla, una portilla real.

Llegamos más bien escasos de fuerzas, no de valor, pues desde donde ahora estamos el trazado va mejor. Es una senda que baja, lo hace con comodidad, abajo un riachuelo pasa, el nos ha de refrescar.

Damos pues sin vacilar ese ultimo empujón que nos lleva hacia el refugio con paso firme y seguro olvidando los apuros que el día nos regalo.

Ya la noche va cayendo lentamente y sin demora para que en muy pocas horas ya restaurada la mente, el cuerpo si cabe no, pues de nuevo se resiente, volvamos a coger senda y podamos así encarar esa jornada pendiente.

Desayunamos, salimos, cuando de pronto advertimos que nos han dejado atrás, ya un grupo partió sin mas, sin darnos siquiera aviso, quizás les sentó mal el guiso y les ha dado un apretón no pudiendo así esperar al resto del pelotón.

La mañana va rompiendo, con el alba caminamos, pues el aire si es temprano te llega hasta lo profundo y es sabido en todo el mundo que ese aire te enriquece, te alimenta, te transforma dando a tu vida un sentido diferente a lo vivido, pues llega tan claro, tan fresco, tan limpio……

A la una y a las dos cantamos muy animados, a la una y a las dos me dicen que me he colado, que no es así la canción, que donde dije paje es soldado, y donde pan salchichón.

Paramos en el refugio, en el refugio del rey llamado, un refugio destrozado con cuatro paredes solo y el techo desplomado. Bebemos, nos refrescamos y seguimos caminando.

Contentos, cantando, vamos de nuevo andando, buscando tras esa loma ese puerto que se asoma a ese valle fértil, puro, donde tenemos seguro nuestro pensamiento puesto.

Y va caminando el grupo con alegría y soltura y vemos desde esta altura ese valle a nuestros pies. Desde el puerto en el que estamos como buen Candeledano, comprometido tal vez, esperamos y esperamos, esperamos ¿a quien?.

El alcalde con su grupo debían estar aquí si nada salía mal, para todos agrupados acometer el final, pero hartos de esperar decidimos continuar.

Es una bajada larga, penosa, pero al no haber otra cosa tratamos de disfrutar del paisaje que se ofrece, de esa lagartija coja a la que la cola crece, quizás un caminante al andar, por no fijarse y mirar, un pisotón le dio, quedando de esa guisa el animal.

Llegamos a la cimera donde el arriero espera, pan, queso, chorizo y agua nos ofrece, comemos lo que nos dan y recuperamos el aliento.

Bajamos a la puente del puerto y nos damos un chapuzón, pues para el cuerpo cansado, esas aguas cristalinas son la mejor medicina y te alivian el calor.

Con el cuerpo restaurado y todavía mojado, pasamos al otro lado y animamos a la gente a seguir ese trazado, pues, «en llegando a la fuente» tendremos casi alcanzado ese objetivo pendiente.

Y va confiado el vagabundo del trabajo bien echo, bajando por la ladera, subiendo por el repecho, para encontrarse al final «que coño, muy satisfecho». Satisfecho y bien cansado, pues dos jornadas ya pesan en los pies y en el cayado.

Vamos al protocolo del izado del telón y después del mogollón pasamos pues a la acción de llenarnos bien la panza, pues en esta ocasión, y perdonen la tardanza, mis tripas, también mi panza sienten la necesidad de marcarse unas viandas mojadas por un buen vino, que para aliviar camino suele ser de lo mejor.

Y damos por finalizado este relato sacando esta conclusión de la experiencia vivida, que es como la misma vida, primero una leve subida en la cual unos van y se adelantan, otros lentamente andan, incluso alguno se pierde, para al final encontrarse a la hora de la muerte.

Pedro Rico Núñez

Primera parte del video sobre la Ruta del Vagabundo realizada por el Club Deportivo de Montaña Candeleda en el més de Julio de 2010.

Segunda parte del video sobre la Ruta del Vagabundo realizada por el Club Deportivo de Montaña Candeleda en el més de Julio de 2010.

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